NIÑO, SIGUE JODIENDO CON LA PELOTA

Cuenta Gillian Lynne que cuando iba a la escuela primaria llamaron a sus padres para decirles que no se quedaba quieta, molestaba la concentración de sus compañeros en sus tareas y no acababa nunca las suyas, y que debía padecer de algún trastorno por lo que debían consultar al pediatra. El pediatra que la conocía desde su nacimiento conversó con ella, la examinó y les informó que su hija no padecía trastorno alguno, que le apasionaba el baile, que quería ser bailarina, que la llevaran a una escuela de danza. Aún no habían inventado el DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales cuya sigla en inglés es DSM por Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) ni el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad).

«Mi madre siguió la indicación y entré en una escuela de baile. Era un sitio extraordinario. Allí nadie se estaba quieto, todos estaban en movimiento permanente. Acabé graduándome en la Royal Ballet School de Londres. Fundé la Gillian Lynne Dance Company, me encontré con Andrew Lloyd Weber el cual me eligió como coreógrafa. Juntos hemos sido responsables de algunas de las producciones más exitosas del teatro musical internacional como Cats y El Fantasma de la Ópera”.

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Juan Pundik, presidente de la Plataforma Internacional contra la Medicalización de la Infancia, escribe: “Atiendo mi consultorio desde la mañana hasta la noche, dirijo una escuela de psicoanalistas, superviso el trabajo de mis alumnos, publico un periódico, libros, artículos, participo y organizo jornadas y congresos, doy conferencias y cursos, mantengo una vida familiar y social regular, disfruto de fines de semana, viajes y vacaciones y vivo rodeado de amigos y colegas que mantienen actividades comparables a las mías. Me recuerdo en este tipo de dinámica hiperactiva desde que tengo uso de razón. Hoy, con los DSM y TDAH quizás me hubieran diagnosticado de niño TDA/TDAH, me hubieran medicado y me hubieran convertido en una persona estúpidamente normal. Es posible que aún siga siendo un adulto hiperactivo.

La sociedad neoliberal globalizada necesita evaluarnos y cuantificarnos en nuestros actos, nuestras conductas, nuestros discursos, nuestros pensamientos y padecimientos. Para ello -afirma- nada mejor que aprovechar las nomenclaturas clasificatorias del DSM e ir ampliándolas continuamente para responder al surgimiento de fenómenos que aún no estén contemplados en las mismas. El objetivo del DSM de abarcar todo fenómeno es explícito y así lo establece en la presentación en la que especifica que ‘es imposible que la nomenclatura diagnóstica abarque cualquier situación posible. Por este motivo, cada clase de diagnóstico cuenta por lo menos con una categoría no especificada y algunas clases en particular incluyen varias categorías no especificadas’. Supongo que con el muy probable objetivo de que ninguna conducta humana escape a la posibilidad de ser diagnosticada, tratada y medicada”.

Premio a Juan PundikPremio Mundial 2014 al Doctor Juan Pundik

El doctor Allen Frances fue durante más de dos décadas una figura central en la sistematización del DSM. De hecho fue el jefe del equipo que desarrolló el DSM-IV y dirigió el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Duke. Allen escribió varios y extensos ‘mea culpa’ por el DSM.

El señala que hasta 1980 los DSM era pequeños libros oscuros a los que nadie daba mayor trascendencia pero con el DSM-III hubo un salto enorme y ese manual se convirtió en un ícono cultural, como un best seller, la biblia de la psiquiatría. Lo que definía el DSM-III era los límites entre normalidad y enfermedad mental. Esto determinó temas de la más variada índole en la vida de la gente, tal como considerar quien está sano y quién está enfermo, qué tratamiento se ofrece, quién paga por eso, quién merece los beneficios por discapacidad, quien es elegible para tratamientos de salud mental, o servicios escolares, o vocacionales. Y también quién es contratado para trabajar, o para adoptar una criatura, o para pilotear un avión, o si califica para un seguro de vida. Incluso si se es un criminal o paciente psiquiátrico, qué daños están contemplados por la jurisprudencia, y mucho más.

Declaró: “habiendo trabajado por 20 años en la revisión y actualización periódica de los DSM (incluyendo el DSM-III, el DSM-IIIR y el DSM-IV) sabía de sus trampas y era muy cauteloso en torno a los riesgos de cualquier revisión. Cuando se empezó a forjar el DSM-5 mis colegas estaban entusiasmados con agregar muchos más ‘desórdenes mentales’ y relajar las reglas para diagnosticar los que existían. En 1987 había pasado por eso y llegué a la conclusión que todos los cambios en el sistema de diagnóstico los tenía que desarrollar la ciencia basándose en la evidencia científica, no influenciado por cualquier capricho personal. El DSM se había convertido ya en una herramienta demasiado poderosa y los pasos en su actualización conllevaban incluir decenas de millones de personas en la categoría ‘pacientes’. Me imaginé a toda esta gente razonablemente normal siendo capturada por las grillas del DSM-5 y expuesta a medicación con peligrosos efectos secundarios. Las compañías farmacéuticas estarían chocando sus copas brindando por cómo explotar estos invitantes nuevos grupos de población medicalizable. Y yo lo sabía porque aun habiendo sido extremadamente cuidadosos y metodológicamente obsesivos con el DSM-IV fallamos en predecir y evitar las nuevas falsas ‘epidemias’ de los desórdenes mentales infantiles –autismo, déficit atencional, bipolaridad infantil-. Y me pregunto, si con esos cuidados que pusimos en el DSM-IV produjimos más daño que beneficios, ¿hasta dónde nos llevaría la quijotesca ambición del DSM-5 de alcanzar un ‘nuevo paradigma’?

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Allen detalló los resultados catastróficos del DSM-IV. “La inflación diagnóstica indujo a la dependencia de los antidepresivos, antisicóticos, ansiolíticos y píldoras para dormir a un número enorme de gente. Norteamérica usa las pastillas como las máquinas de confites. Uno de cada cinco adultos de los EE.UU. consume una droga siquiátrica; en 2010 el 11% de los adultos toma antidepresivos, casi el 4% de los chicos toman estimulantes y el 4% de los adolescentes antidepresivos; el 25% de los adultos mayores en geriátricos toman antisicóticos”.

Pundik sostiene que “este abordaje permite a la ‘falsa ciencia’ prescindir de toda singularidad y borrar toda la subjetividad del individuo sometiéndolo a un cuestionario «para todos», en el que debe hacer cruces en casilleros, para luego pretender definir la generalización de su padecimiento indicando por ejemplo: siempre, frecuentemente, a veces, nunca. Cuestionario para cuya lectura no se requiere de sujeto alguno, ya que la puede efectuar el propio programa de computación. El sujeto es transformado así en objeto para ser diagnosticado, e incluso medicado, por otro objeto: una computadora. El objetivo de la falsa ciencia al servicio del poder es la eliminación de la subjetividad. ¡Un sujeto convertido en objeto clasificado y medicado por otro objeto!”

Lisa Cosgrove, psicóloga de la Universidad de Massachussets, y Sheldon Krimsky, profesor en la Universidad Tufts, realizaron un estudio publicado bajo el título de Nexos Financieros entre los Miembros del Panel del DSM-IV y la Industria Farmacéutica. El estudio reveló que todos los «expertos» del panel sobre trastornos de la personalidad del DSM, sin excepción alguna, tenían vínculos económicos-financieros con la industria farmacéutica. En 2003 la industria farmacéutica le había pagado a la Revista de la American Psychiatric Association 7,5 millones de dólares en concepto de publicidad, y que en 2004 esa cifra trepó a los 9 millones 100 mil dólares, un 22% más.

Y agrega Pundik que según denuncia el British Medical Journal, la publicación médica oficial británica, todos los procesos normales de la vida, el nacimiento, el envejecimiento, la sexualidad, la infelicidad y la muerte pueden someterse a permanente medicación (British Medical Journal N° 324. Londres 2002). En inglés este fenómeno ha recibido el nombre de disease mongering que en castellano podría traducirse como «tráfico de enfermedades». El cansancio, el mal humor, la desgana, la falta de concentración, la timidez, la inapetencia sexual, la impaciencia, las dificultades para relacionarse con la gente, las crisis familiares y religiosas, internet, las consolas, la play station pueden recibir una descripción terminológicamente médica y ser diagnosticadas como enfermedades para las cuales hay indicación del correspondiente fármaco. Este es el objetivo del DSM-IV y de uno de sus inventos: el TDA/TDAH.
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“No existe un enfoque psicoanalítico del TDA/TDAH por cuanto los psicoanalistas consideramos que ese diagnóstico carece de toda seriedad y validez. Es una cómoda bolsa donde caben todas las conductas habituales de cada uno de nosotros. En mi libro El niño hiperactivo incluyo los cuestionarios más habituales que se utilizan para establecer este diagnóstico y puede comprobarse que quien, por sus respuestas, no pueda ser incluido por déficit de atención puede entonces ser diagnosticado de hiperactivo. Esta posición psicoanalítica ha provocado las campañas, pagadas por la industria farmacéutica, calificándonos de profesionales no acreditados y ‘activistas antimedicalización’. Gran parte de los psicoanalistas no nos sometemos a la inconsistencia de las rígidas pautas del DSM-IV y en cambio intentamos escuchar la versión de los padres y el discurso del niño, observamos sus formas de comportarse, a partir de lo cual intentamos descifrar el por qué el niño puede tener ciertas manifestaciones. No consideramos válidas las clasificaciones y etiquetas totalitarias masificadoras que pretenden imponernos la neurobiología, la psiquiatría y las Terapias Cognitivo Conductuales”.

Reforzando el punto de vista de Juan Pundik, el norteamericano Frances estima que en Canadá entre 2005 y 2009, el uso de psicoestimulantes creció un 36% los SSRI inhibidores de la serotonina un 44%. América del Norte es un territorio de sobredosis de medicación. El 6% de la población es adicta a las píldoras y creció exponencialmente la cantidad de consultas en los centros de emergencia: las muertes por adicción a la medicación legal superó a las de las drogas ilegales callejeras. Y por eso los laboratorios farmacéuticos, sin control, pueden ser tan peligrosos como los cárteles de la droga. Desde 2005 se disparó la cantidad de prescripciones psiquiátricas entre los soldados. 110 mil toman algún tipo de psicotrópico, incluso más de uno, y cientos mueren anualmente por sobredosis accidental”.

Es hora de profundizar y aumentar la denuncia de estos fraudes y mentiras que incrementan desmesuradamente las ganancias de la industria farmacéutica y sus cómplices a expensas de la salud, la vida y la economía de la población en su conjunto. Lo hacen, por ejemplo, mediante la administración y consumo masivo de ISRS (Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) para incrementar los niveles equilibrados de presencia activa de serotonina en las sinapsis de las áreas neuronales implicadas. Los estudios e investigaciones realizados indican que lo que determina, naturalmente, desde su inicio los niveles equilibrados de presencia activa de serotonina es una infancia serena, equilibrada, atendida y estimulada.DSC_0819

Durante ese período el cerebro tiene plasticidad. Las neuronas se conectan unas a otras en parte por influjo de la serotonina. Su disminución incrementa los niveles de ansiedad, angustia o estrés desde la infancia. Y también incrementa la posibilidad de que esta angustia se exteriorice a través de todas las manifestaciones sintomáticas que se pretenden suprimir luego artificialmente mediante los ISRS.

Rubifén (Ritalina), Concerta, Strattera y ahora también Prozac. La falta de escrúpulos de muchos funcionarios y de muchos médicos no tiene límites. El prospecto, que incluye el envase de Rubifen, confeccionado por el laboratorio que lo fabrica, indica como posibles efectos secundarios: sequedad de boca, vértigo, dolor de cabeza, insomnio, náuseas, nerviosismo, palpitaciones, reacciones cutáneas y alteraciones de la presión arterial. Según algunos estudios, puede llegar a producir la muerte súbita del niño. Un dechado de virtudes. El mismo prospecto indica que no debe administrarse a niños menores de 6 años y advierte a su vez de que su uso puede generar dependencia de tipo anfetamínico.

Las cifras de pacientes por un lado. Los porcentajes de muertos de un lado. Del otro lado del mostrador las ganancias. El Doctor Allen Frances advierte: los médicos psiquiatras son la nueva ‘estrella’ mimada por las compañías farmacéuticas. Sólo en 2011 lograron facturar 18 mil millones de dólares en antisicóticos (un 6% del total de la facturación mundial), más 11 mil millones de dólares en antidepresivos y casi 8 mil millones en trastornos atencionales y de hiperactividad. O sea, niños y adolescentes. Para peor, insiste, los médicos clínicos no entrenados en la prescripción de medicación psiquiátrica son los que más la están recetando a partir de la presión de los visitadores médicos, las empresas y los propios pacientes. Se habla de un 80% del total de recetas…

Está comprobado que el Prozac afecta prácticamente todos los sistemas del organismo: nervioso, digestivo, respiratorio, cardiovascular, músculos y huesos, urogenital, piel y apéndices. Sus efectos secundarios incluyen sobre todo alteraciones de la visión, palpitaciones, manía/hipomanía, temblores, síntomas gripales, arritmia cardiaca, dolores de espalda, urticaria, sudores, náuseas, diarrea, dolores abdominales y pérdida del deseo sexual. Entre sus efectos menos corrientes se encuentran el comportamiento antisocial, visión doble, pérdidas de memoria, cataratas o glaucoma, asma, artritis, osteoporosis, sangrado estomacal, inflamación renal e impotencia, aunque muy rara vez también produce «sueños anormales, agitación, convulsiones, delirios y euforia. Durante la retirada del fármaco se requiere una cuidadosa supervisión, ya que se pueden descubrir casos de depresión grave, así como los efectos del exceso de actividad crónica». Hay numerosos informes sobre casos de suicidio tras la retirada del fármaco (Journal of The American Academy of Children & Adolescent Psychiatry, 1987; 26: 56-64).

Pundik sentencia: “El malestar del ser humano es señal de alarma de su psiquismo, de que hay algo de lo emocional que debe afrontar y resolver y que se manifiesta como ansiedad, angustia, depresión y estrés, en sus diferentes denominaciones, y es lo que provoca la disminución de la presencia activa de serotonina que es un regulador de una extensa gama de funciones psíquicas y orgánicas que influye en el sueño, en los estados de ánimo, las emociones, los estados depresivos, todo tipo de desequilibrios mentales, el funcionamiento vascular, el de las vísceras y los músculos, la frecuencia del latido cardíaco y regula la secreción de hormonas, por ejemplo la del crecimiento.

La propuesta del psicoanálisis es dirigirse a las causas de la ansiedad, angustia o estrés, lo cual permite que puedan volver a restablecerse niveles normales de presencia activa de serotonina. Intentar resolverlo recetando ISRS (Inhibidores selectivos de los receptores de serotonina) es como intentar eliminar el miedo con un inhibidor de adrenalina. Sería una auténtica locura. El diagnóstico del TDAH y medicar esta inventada enfermedad con Rubifen, Concerta, Strattera o antidepresivos es también una auténtica locura.

Mi lucha es también una lucha política cuyo objetivo es fortalecer un movimiento ciudadano que pretende que no se drogue a los niños con fluoxetina, ni con paroxetina, ni con metilfenidato, ni con ninguna sustancia que pueda producirles más riesgos y más reacciones adversas que beneficios comprobados. Nos queda el recurso de la desobediencia civil.

La crianza amorosa de los hijos, la estimulación temprana, la paciencia, la actividad lúdica, la luz del sol y la ingestión de carnes, huevos y quesos, estimulan la producción de la serotonina indispensable para una buena calidad de vida y la formación de nuevas neuronas, con más eficacia que con la ingestión de medicamentos y sin ninguno de los graves síntomas adversos que estos provocan. Debemos tener claridad que lo que necesitan nuestros hijos es amor”.

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4 comentarios

  1. Me resulto muy interesante el art y su análisis de la problemática actual de la evolución psicológica de los niños y sus padres. Es bastante evidente que un diagnostico «libresco» nunca es recomendable y no solo en los niños, pero mucho menos es aceptable la corrección de alguna posible problemática con medios exclusivamente biológicos ( medicamentos) olvidando los fundamentos espirituales. Son métodos cómodos para los adultos que evitan los complejos vericuetos del alma en su vida personal y en la de los niños.
    Muy buena la pág. Me gustaria que los autores firmen los art.
    Saludos Gustavo desde Uruguay

  2. La nota es muy buena ,yo soy conocedora del tema y la linea editorial de esta revista,ya le hice saber a uno de los editores que los artículos deben tener el autor,y con breve curriculum es mas serio

    1. Gracias por tu lectura Graciela. Tomamos nota de tu interesante comentario y lo pondremos en práctica de inmediato

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