DE NODOS, REDES y COMUNISMO

Escribe Pedro Cazes Camarero


Desde hace milenios, los seres humanos se organizan en redes para todo, sobre todo para trabajar. Cualquier red exige una condición de posibilidad para existir: la comunicación. Si los miembros de una partida de caza en el paleolítico no hubieran tenido un lenguaje articulado para comunicarse, esta red no hubiera podido existir.

La condición de posibilidad de la existencia de una red es la manera técnica de comunicarse entre los nodos que la componen, por ejemplo internet. Pero la red, en sí misma no es, ni está constituida por, la manera técnica de relacionarse entre los nodos. En cambio, la red está constituida por los nodos mismos, y por la relación existente entre ellos.

En una sociedad cuya organización de la producción es fordista, la cadena de montaje asigna a cada par de brazos un rol a una determinada velocidad e intensidad, para obtener un determinado producto: también hay una red. Es una red centralizada alrededor del nodo burgués (que organiza y comanda la producción), y en torno al cual giran y se comunican los nodos obreros.



Según el marxismo clásico, la liquidación del capitalismo fordista se lleva a cabo con una revolución, la cual destruye la red centralizada de la sociedad fordista, que la teoría marxista define como dictadura de la burguesía. Esta sería sustituida por otra red, también centralizada, que sería la dictadura del proletariado. Desde esa perspectiva de análisis, la red recién formada se constituye en torno a un nodo “proletario”, que comandará la producción.

Sin embargo, esa nueva centralización no reemplaza al fordismo. No liquida la forma que el nodo técnico más avanzado de la burguesía logró instalar para acelerar la producción. Si no reemplaza el fordismo, tampoco liquida al capitalismo.

El salario, el dinero y la legislación, esto es, la forma jerárquica de relación entre las personas, sigue vigente.

La dictadura del proletariado es una forma política de dominación diferente que la de la burguesía, con una distribución quizás más equitativa del producto social. Pero en tanto se sostenga en el marco del fordismo, conserva el modo de producción capitalista, aunque esté gestionado por el Estado.

Una propuesta alternativa, la democracia del común, solamente puede ponerse en práctica en un marco social más avanzado, el postfordismo. Esto implica dejar atrás una forma de relaciones humanas que, durante generaciones, se pensó que nos dignificaba mediante el trabajo y la relación salarial.



El postfordismo se genera y constituye a través del desarrollo, siempre revolucionario, de las fuerzas productivas. Llegado a un punto determinado de crecimiento de la composición orgánica del capital, la avanzada composición técnica de éste permite dar el salto. Así como la maquinaria de determinado tipo y con determinadas fuentes de energía permitió el salto en la composición orgánica del capital para que emerja, hace más de un siglo, el fordismo, la condición técnica de posibilidad para la emergencia del postfordismo es la informática, con la organización de la vida humana entera alrededor del universo digital.

Sin la tecnología informática avanzada, no puede haber postfordismo. Y sin postfordismo, no puede haber democracia del común.

Por ejemplo, en la sociedad contemporánea la telefonía celular es ubicua y aunque un trabajador realice una actividad “atrasada”, por ejemplo algún tipo de trabajo físico, su vida se halla organizada por el celular, la factura bancaria de la luz y el resto de los servicios, la tarjeta SUBE con la que se desplaza, etc. En una palabra, provisionalmente el desarrollo desigual de la técnica se mantiene, pero ya la forma superior, informática, domina completamente el escenario. Avances técnicos importantes ocurrieron en muchas épocas, pero éste lo cambiará todo. ¿Por qué?

La subjetividad de las personas, en las nuevas generaciones sobre todo, se ve conformada por el rol creciente de la nueva técnica, que no es sólo comunicacional, sino que va involucrando crecientemente la propia vida. Advirtamos, sin embargo, que una vez constituida la nueva subjetividad postfordista, ella ya no depende de los modos técnicos de constitución de la red. Éstos se dan por sentado como naturales, porque sin ellos, sin cajeros automáticos, facturas electrónicas, horarios digitales, etc., no es viable el propio sistema capitalista postfordista.

Es decir que el salto en la producción no es solo un pasaje del fordismo (centralizado en el nodo burgués o centralizado en la forma estatal), sino que la irrupción del postfordismo como modo de producción entraña -al mismo tiempo- un modo de comunicación, que a su vez es constitutivo del sistema. Repasemos: el salario y el dinero junto con el andamiaje legal y los aparatos de aplicación de esas relaciones, eran el centro en el fordismo.

En el postfordismo, el general intellect reemplaza la fuerza de trabajo y articula a los sujetos habitantes del capitalismo tardío, o a la nueva forma de democracia que madura entre las vísceras de éste.



La arquitectura informática es robusta, porque los caminos para intercambiar la misma información o coordinar cualquier actividad son múltiples e intercambiables. De ese modo también se articula la nueva subjetividad postfordista. Las relaciones entre los nodos pueden efectuarse por vía electrónica, por escrito e incluso por vía verbal. Mecanismos técnicamente arcaicos, pero viables. Ya deja de importar la forma de la comunicación sino que importa entre quiénes se están comunicando, o sea, qué subjetividades se están comunicando.

Si las subjetividades son fordistas, por ejemplo durante las décadas de mediados del siglo XX, no importa si la transmisión de los discursos son electrónicas (Broadcast) o no: siguen siendo 100 % capitalistas.

Ahora pasa exactamente lo mismo, pero al revés; si las subjetividades son post-fordistas, no importa que nos corten Internet (y eso será solo por un rato, porque sin informática colapsa el propio sistema, por lo cual deberán devolverla): a través de la base papel o por telefonía de línea, por señas o con un bolígrafo en la pared, las subjetividades postfordistas continuarán siéndolo.

Para la red postfordista, constituida en el seno de la dictadura de la burguesía, ésta se convierte en una opresión intolerable. Es una opresión política, pero también estructural. Es el momento de la democracia del común. Lo contrario de la dictadura de la burguesía ha dejado de ser la dictadura del proletariado (o sea, más dictadura) sino la democracia. Y lo contrario de la burguesía ha dejado de ser el proletariado, ya que para que deje de haber amos es preciso que se extingan los esclavos: el escenario es ocupado por el común.


Luis Lea Place aporta al análisis de las redes y los nodos una observación. Las dictaduras de la clase burguesa y la de la clase proletaria responden al fordismo industrial.

Esa cadena de producción y toda su dinámica no fue cuestionada por la dictadura del proletariado, que funcionó con las propias codificaciones del sistema capitalista.

Es una demostración de los lazos agenciados (en el sentido deleuziano) de ambas dictaduras. La era digital permite la existencia de la democracia del común y su carácter no representativo, que niega la delegación de la representación, y niega lo jerárquico. Su espacio es distinto al espacio fordista (asamblea presencial, estado, etc). Esta democracia funciona en el espacio de la mente, en lo público, pero no estatal.

Hoy luce más evidente (¿por qué no verlo a través del espejo de los gigantescos Fondos de inversiones o del poder de las Big Pharma?), que las naciones fueron la geografía de la era industrial fordista, pero a cada momento se desdibujan sus contornos. Decir “internacional” suena a viejo porque hay redes que son más grandes que los países, y no sólo eso: ni siquiera están en la misma zona geográfica.

En el postfordismo está ocurriendo un fenómeno nuevo con el sistema capitalista. Eso nuevo -que como decíamos, niega lo jerárquico- abandona la pirámide prototípica del sistema capitalista mundial, y se transforma en una red plana, ejercida por la Elite Financiera Global (EFG).

Esta elite tiene a su favor la ventaja de desempeñarse en tiempo real, mientras el grueso de la humanidad todavía lo hace con volúmenes de tiempo.

Sin embargo, al mismo tiempo, dejó de codificar e incluir en la jerarquía de dominio a grandes franjas de las nuevas generaciones debido al abandono de ese lugar. Las nuevas generaciones se sitúan fuera, no solo de la hegemonía de la EFG, sino también de sus agenciamientos, lo cual configura una situación nueva de transformación del sistema.

Posiblemente no resulte de esperar un cambio brusco del sistema, como en otros tiempos, ni confrontaciones o “soluciones finales”, sino formas graduales y autónomas de transformación. Existe un post-capitalismo de ruptura con las tradiciones socialistas del siglo pasado: la democracia del común.



En una línea de pensamiento parecida se encuentra Jack Delaney, quien en su ensayo “It’s time to nationalize Social Media And Big Tech”, del 11 de octubre de 2020, propone forzar la propiedad colectiva democrática de las redes.

Señala que casi el 40% de la población mundial está asociado al consumo de información en las redes, y que el porcentaje es mucho mayor entre la población más joven: en los EE.UU. el 69% usa Facebook, un 73% usa regularmente Youtube (propiedad de Google).

La información es un bien de uso y un bien de cambio en el postfordismo, pero por ahora es la burguesía la que captura esa masa descomunal, cuando en verdad la sociedad actual no precisa en absoluto de ese ‘nodo’ para sus intercambios.

Delaney propone la nacionalización de esos gigantes informáticos porque entiende que son un bien común e indispensable, pero no halla modo de parar las fake-news (ese nuevo modo de la guerra del siglo XXI), en tanto estén en manos de las corporaciones.

Pedro Cazes Camarero – Magister en Epistemología – Investigador – Ex- director de Revista Crisis

Arte: Bruno Ceballos Porta. Escultor. Catamarca – Argentina- «Arte efímero en Pomancillo«


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