LA GRAN ESTAFA DE DAVOS

Es habitual que los ricos, y ni hablar los súper ricos, den cátedra de lo que debieran hacer los pobres. Frente a ellos, hay que decirlo, todos son pobres, incluso los que viven con cierta decencia.

En 2004, el pensador ultra conservador Samuel Huntington, una vez desaparecido el ‘enemigo soviético’, lanzó aquello del ‘Choque de Civilizaciones’ para darle soporte intelectual a las guerras contra los musulmanes. Elevó a un nuevo escalón la construcción de ‘el otro’ como mi enemigo.

Huntington vociferaba en 2003-2004 contra el peligro latino que iba a ‘balcanizar’ los Estados Unidos. Tanto es así que el mexicano Carlos Fuentes (ver el Artículo en el diario La Nación del 11/04/2004) cuestionaba en Huntington el “añejo racismo antimexicano (…) del The Volume Library, una enciclopedia en un solo tomo publicada en 1928 en Nueva York, que decía textualmente: Una de las razones de la pobreza en México es la predominancia de una raza inferior”.

Hoy, si viviera, estaría en el gabinete de Trump. Así que de progresista o algo así, ni un milímetro.

Algo de este discurso es lo que se disparó en docenas de gobiernos en todos los continentes, profundizando el estigma del ‘otro’ y dando un impulso descomunal al rearme, el securitismo y todos los modos de vigilancia.

La lista de los que sumaron votos, pretenden revalidarlos y/o buscarán sacar provecho de esta inercia no sólo lo tiene a Donald Trump, sino también a la primer ministro Theresa May del Reino Unido que por todos los medios busca que no pasen de Francia hacia la isla, o los de Turquía, Hungría y otros países del centro-este de Europa, e incluso Australia, que tiene temerarios campos de refugiados. No es un discurso nuevo, obviamente, sino un discurso de búsqueda del enemigo, renovado. Dialéctica pura: el otro es mi enemigo, las armas y eventualmente la guerra para destruirlo es su consecuencia natural.

A pesar de la retórica del Foro de Davos, cuyos ejes en 2018 son ‘Impulsar el progreso económico sostenido’, ‘Navegar por un mundo multipolar y multiconceptual donde aumentaron las voces que reclaman el poder nacional y la soberanía’ y ‘Superar las divisiones en la sociedad que emergen con indignación en los medios y socavan la tolerancia’, lo que marca el ritmo cardíaco del mundo es un crecimiento marcado de la teoría de Huntington: hay un choque de civilizaciones y las armas van a definir un winner.

¿Qué tiene que ver Huntington y Davos? Bastante.

Hace ya que ya 14 años Samuel Huntington acuñó una definición para esos súper ricos que van a lucirse al Foro Económico Mundial de Davos. Los llamó Cosmócratas o los Davos Men

Huntington decía “los beneficios de una economía global crecientemente integrada han creado una nueva elite mundial. Así como están los ‘blue-collar’ o trabajadores fabriles, y los ‘white-collar’ o trabajadores de los servicios y bancarios, aparecieron los ‘Gold-collar’, o sea los que tienen el cuello dorado. Esta nueva clase está empoderada con las nueva conectividad global, e incluye académicos, empleados de empresas internacionales y ejecutivos de corporaciones, y por qué no, a los emprendedores vinculados a la high-technology”. Facebook nació, precisamente, en 2004.

   En su hipótesis sobre los Cosmócratas, sostenía que “esas elites tienen poca necesidad de una fidelidad nacional, ven los límites territoriales como obstáculos, celebran su lenta disolución, y creen que los gobiernos de cada país son un residuo del pasado cuya única función es facilitar las operaciones de las elites globales”.

   Los Cosmócratas de Davos carecen de una noción real de la vida y la mala-vida de ‘los otros’. Hoy, el contingente más sufriente del mundo son los 141 millones de personas desplazadas que viven exclusivamente de las ayudas internacionales, y las víctimas de las guerras: los refugiados representan 65 millones de personas en todo el mundo. Todo ellos son sus víctimas.


   DAVOS, LOS REFUGIADOS Y LOS CRETINOS

El SIPRI es la sigla del Stockholm International Peace Research Institute, y entre sus funciones se dedica a evaluar las ventas de armas a nivel mundial. En el informe del 11 de diciembre de 2017, indicaba que el gasto militar total trepó hacia fines de 2016 a 1 billón 690 mil millones de dólares, pero las ventas de armamentos están concentradas en un elenco que tiene pocos jugadores.

Desde 2002 a la fecha, las exportaciones subieron un 38%. Unos 374.800 millones de dólares. El país campeón entre todos los exportadores es Estados Unidos. Su complejo militar-industrial se queda con el 60%, es decir, 217.200 millones de dólares de facturación. Y ahí reina Lockheed Martin, gracias a sus múltiples productos, en particular a los helicópteros Sikorsky y mayores ventas de los aviones caza F-35.

Europa occidental, principalmente Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania, vendieron en el año todo tipo de armamento por 91.600 millones de dólares, casi el 25%.

Es decir que, además de Rusia y China que también integran el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con carácter de miembros permanentes, los otros ya mencionados producen y exportan el 84% de los suministros para las guerras.

La industria de armamentos y pertrechos bélicos no sólo es una de las más pujantes del mundo sino que ejercen un poder de lobby permanente. Varios de sus representantes suelen visitar Davos.

Donald Trump cuando asumió en 2017, precisamente se jactó de haber cerrado operaciones de ventas de armas a Arabia Saudita por 100.000 millones de dólares. Y el 10 de enero de 2018 celebró en una conferencia de prensa en la Casa Blanca en conjunto con la Primer ministro de Noruega, Erna Solberg, que ese país europeo ya hubiera empezado a recibir en noviembre varios de los cazabombarderos F-35, de un total de 52, que valen 10 mil millones de dólares.

Ya lo decía el racista Huntington, los Cosmócratas de Davos sólo ven una planilla de cálculo…Entonces, para poder ‘palpitar en carne propia’ por todo lo indeseable que pasan los refugiados (que ellos fabrican gracias a las guerras), entre las nieves de la villa alpina de Suiza han puesto en marcha un ejercicio. Casi un juego macabro…se llama “Un día en la vida de un refugiado”.

La ‘sesión-simulación’ de 75 minutos pretende que los dueños del mundo vivencien el viaje (sic), que se pongan en los zapatos de aquellos que se ven forzados a dejar su casa y su patria a causa de la guerra. 

Para armarlo, dice David Livingston Okello, un ex niño-soldado que es parte del proyecto en la Crossroads Foundation (cuya sede está en Hong Kong), han compactado diversas narraciones, en las cuales ponen de relieve los asuntos más acuciantes para los migrantes y refugiados:

-el desplazamiento forzado cuando el hogar no es un espacio seguro;

-la fragilidad absoluta cuando el futuro de uno está en manos de otros;

-la imposibilidad de conectarse con los seres queridos;

-recursos insuficientes para tener una protección de la salud, recibir educación, alimentarse, conseguir un techo;

-el agravamiento de los sufrimientos cuando los derechos humanos no son protegidos;

-vulnerabilidad frente a la corrupción y a los traficantes de refugiados;

-profundos problemas psicológicos debidos a los horrores vividos que se reflejan en depresión, trauma, etc.

-abatimiento por los larguísimos tiempos para conseguir asilo y otros derechos, entre ellos, el de trabajar.

   

El mundo se olvida de nosotros y no sabe lo que sufrimos. Ellos elaboran políticas y toman decisiones a su nivel, no en el nuestro. No tienen ni idea de lo que pasa en el terreno”, remata el ex niño soldado.


Los principales donantes para el proyecto-simulación “Un día en la vida de un refugiado” son Nestlé, UPS, el JPMorgan, Microsoft, Facebook, la Unión de Bancos Suizos- UBS, la aerolínea Cathay Pacific, Hewlett Packard, y Linklaters.

La actriz australiana Cate Blanchett, Embajadora de Buena Voluntad de ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados aseguró “Esto es una vergüenza. ¡Hay tal nivel de desinformación de lo que pasa con los refugiados! Los obligan a irse y luego la prensa los pinta como los malos de la película”.♦♦


Todas las fotos pertenecen a la Fundación Crossroads y fueron tomadas en 2017.

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