LOS JUECES DE BARRO NUNCA COMPRENDIERON

escribe Pedro Cazes Camarero, especial para www.purochamuyo.com/ Cuadernos de Crisis


Como marcaba Foucault, para cada castigo hay un castigador y el estado capitalista para ello posee una estructura administrativa: las cárceles.

Había cárceles y ergástulas en el pasado precapitalista (esclavista, feudal), pero constituían etapas fugaces entre el delito cometido y la pena física, o sea, todo el elenco de garrotazos, mutilaciones, torturas y otras prácticas punitorias, en especial la reducción a la esclavitud, conocida como “galeras”:actividades de servicios obligatorios al estado, como remeros de embarcaciones, minería e incluso servicio militar. Los prisioneros rara vez pasaban largos plazos en las cárceles del estado, a excepción de los encarcelados de origen noble por violación de la normativa religiosa. La cárcel capitalista es otra cosa.


Ilustración del Candela Berizzo «Una puerta tal vez» – Ed. PPN

NI REEDUCAN, NI SON SANAS NI LIMPIAS

La normativa penal argentina (y latinoamericana) no se aleja en ese sentido de la europea (es un poco menos parecida a la norteamericana). Se afirma que las cárceles son para seguridad y no para castigo, se habla de reeducación y se exige que sean sanas y limpias. Se supone, entonces, que se ha erradicado para siempre la tortura judicial como mandó la Asamblea de 1813, y que la privación de la libertad constituye básicamente la única pena, regulada en lo esencial por la duración. Los derechos de los penados, con la excepción de la libertad ambulatoria, de elegir y ser elegido, y del manejo de su patrimonio, no deberían ser afectados.

Sabemos que esto es completamente falso y que, al momento de transferir los reos al brazo secular, se los coloca indefensos bajo una autoridad administrativa que comete sobre encausados y condenados, sin distinción, toda suerte de tropelías.

Así, la “pena” de la que habla la ley, se desplaza hacia el castigo, y el “castigo” hacia la crueldad y encarnizamiento psicofísico (torturas y tormentos), que están prohibidos explícitamente.


Torturas SPF Chaco -Unidad 7 Resistencia – Ed. PPN

Lo sorprendente es cómo se ha naturalizado -para eso la magia del cine y las miniseries de TV son un gran normalizador ficcional de lo bestial y excepcional-, que las torturas y tormentos en las prisiones dejen de cuestionarse socialmente. Esos delitos aplicados contra quienes están presos, los ejerce el Estado, o los hace ejercer el Estado en las cárceles de gestión privada. Aquí, en España, en Colombia, en Turquía, Filipinas o China. Para quienes duden de esta verdadera internacional de la tortura y el negocio privado de aplicarla, propongo una lectura del siguiente link, que habla de los 1000 millones de dólares que pagan los norteamericanos para esas bestiales cárceles privadas llenas de inmigrantes. https://www.thedailybeast.com/dollar800-million-in-taxpayer-money-went-to-private-prisons-where-migrants-work-for-pennies

Todo ocurre entre esos muros y tras las rejas: lo saben los uniformados, lo sabe el personal civil, lo saben los médicos, los enfermeros, los fiscales, los jueces, los clérigos, y obviamente los políticos. Lo gritan los familiares a quien lo quiera escuchar. Todos saben que las cárceles son centros de castigo y no de reeducación, y justamente porque todos lo saben es que hay consenso total para la tortura en democracia, o lo que es lo mismo, hay pleno consenso para cometer delitos en las cárceles, que lejos de ser excepcionales, son una rutina.


Registro Nacional de Casos de Tortura – PPN

El castigo no es la pena justa o supuestamente “útil”. Es la producción de deliberado sufrimiento por parte del Estado en el marco del encierro carcelario.

Cínicamente, en la Argentina el castigo se oculta, como se oculta la misma acción de castigar. Con ello se encubre a los castigadores, o sea, a los verdugos. Se los esconde como si el despliegue de violencias sobre determinados sectores desde las fuerzas de seguridad y custodia del orden dominante, fuera sólo una práctica del Medioevo. Sabemos que la destrucción del otro, con los métodos más violentos, degradantes y devastadores forman parte de la acción humana en el marco del ejercicio de poder a lo largo de los siglos. Pero esa barbarie de dolor y muerte que en el pasado se exhibía por doquier de manera ejemplarizadora, a fin de disuadir la oposición a la autocracia, en la modernidad se oculta debajo de la neutralidad de la “pena” con la más canallesca hipocresía.

Ejemplo de crueldad resulta el hambre más o menos permanente que hacen padecer a miles de presos, por escasa comida y el estado de putrefacción de la misma, incluyendo gusanos y cucarachas, y su olor nauseabundo. Este alimento provoca la aparición de diarreas, vómitos, granos y forúnculos. El malestar físico se acumula con heridas, hematomas e infecciones provocados por la dura vida carcelaria y el maltrato sistemático de los guardianes, sumados a la falta de asistencia a los problemas de salud con la complicidad del cuerpo médico carcelario.

Requisas violentas con palizas indiscriminadas, que incluyen robo de pertenencias, de cigarrillos, de ropa, destrozos de las escasas pertenencias, y peor aún, de cartas y fotos familiares: el despojo a los presos y las presas pobres.


Informes sobre casos de Tortura y Malos Tratos en el SPF

Requisas que hacen desnudar y pasar dos o tres horas en los patios, a la intemperie con temperaturas bajo cero. Aislar, días y días, con o sin sanción, como régimen de pabellón, como tránsito o como depósito. Encierro en las celdas, incomunicados, con botellas de orina y materia fecal en bolsas o en papeles, días y días, sin abrir las puertas, sin dejar limpiar, sin permitirles bañarse, sin darles comida. A veces son sanciones individuales, otras, regímenes de sectorización o sanciones informales colectivas.

En ningún reglamento se autoriza como correctivo que una persona detenida conviva con su materia fecal, su orina y hasta incluso con las de otros, o que no se alimente y que cuando lo haga, deba usar sus manos porque no le dan utensilios. No existe la norma que autorice a los funcionarios penitenciarios a someter a los detenidos a la práctica de conductas animales para sobrevivir.



¿SON MOTINES O GRITOS DESESPERADOS PARA QUE SEPAMOS QUE ESTÁN VIVOS?

Lo que los medios canallas, los jueces de barro y bronce, y la grey ignorante repite cuando hay una rebelión o motín es bien conocido. No falta quien esgrime el ‘hay que matarlos a todos’, o ‘viven la gran vida’, o ‘prefieren estar presos porque tienen techo y comida gratis’. Lo que las crías del fascismo represor no pueden entender es que esos motines o las autolesiones resultan la única forma de reclamo, y tal vez la única forma de que la sociedad que calla, recuerde que los presos están detrás de las rejas.

Es notable la cantidad de personas que piensan para sí, y a veces sostienen en público, que los presos están en la cárcel para que sufran cruelmente, y han dicho en este año de pandemia, donde 7000 millones de habitantes del mundo vivieron en carne propia lo que significa ‘situación de aislamiento’ o ‘situación de encierro’, que no estaría nada mal que el virus aniquilara unos cuantos miles de esos detenidos. Quienes se manifiestan de ese modo, no siempre (o casi nunca) desean ese destino para los ladrones de guante blanco del macrismo, habida cuenta de que en un tiempo récord (menos de 40 meses) fugaron y ayudaron a fugar 86.000 millones de dólares de la Argentina. Tampoco para los sectores que cuelgan falsos cadáveres envueltos en bolsas negras en Plaza de Mayo: no se les cruzaría por la cabeza pedir que los ‘dulces ancianitos genocidas’ presos se queden sin comer, o deban limpiarse sus mierdas con la mano.


Unidades penitenciarias- SFP

Los tratos crueles, inhumanos y degradantes están definidos como tormentos y torturas por numerosos organismos nacionales e internacionales de derechos humanos, a cuyos tratados, convenciones y protocolos promulgados desde la Segunda Guerra Mundial hasta el presente, el Estado Argentino ha adherido sistemáticamente. Sin embargo, esta barbarie sigue siendo la regla en absolutamente todas las prisiones argentinas, a excepción de aquellas en las que se alojan millonarios y los verdugos y asesinos de la dictadura, para quienes se reservan cortesías que no gozan la mayoría abrumadora de los prisioneros.

¿Por qué entonces el universo bienpensante solo se escandaliza frente a la cárcel de los yanquis en Guantánamo o las más de 100 cárceles secretas que regentean los servicios secretos de EE.UU, Gran Bretaña y otros?


Informes sobre casos de Tortura y Malos Tratos En el SPF

Porque la tortura, los tratos inhumanos y degradantes, el aislamiento en cubículos de cemento, los perros hambrientos ladrando a centímetros del oído de los presos -y tantas otras barbaries- es más fácil verlos en los otros que en nuestro propio patio trasero. La mala noticia es que esos horrores no tienen pasaporte…


ALGO DE INFORMACIÓN ACTUALIZADA

La situación en las cárceles argentinas y la tolerancia o ceguera mayoritaria respecto a ella, resulta un indicador fuerte para ver cuán cerca estamos de la barbarie. No se va a solucionar con la liberación de unos miles de “perejiles”, ancianos, enfermos terminales y madres con chicos; sólo descomprimirá un poco la coyuntura y dará tiempo a que podamos discutir el problema de fondo. Una modificación de fondo del sistema que ha edificado, organizado, sostenido y defendido la estructura carcelaria que hoy tenemos, no puede dejar para después la demolición de estas instituciones nauseabundas.

Los informes de la Procuración Penitenciaria de la Nación, que desde 2009 publica sus estudios realizados en conjunto con la Comisión Provincial por la Memoria y el Grupo de Estudios sobre sistema penal y Derechos Humanos, pueden verse en https://www.ppn.gov.ar/documentos

El Informe Anual 2018 de la Procuración, denominado “La situación de los Derechos Humanos en las cárceles federales de la Argentina” destacaba que entre 2015 y 2017 la población penitenciaria en todo el país creció un 23%, llegando a superar los 85 mil detenidos.

En el mismo período la tasa de encarcelamiento creció en 19 puntos, llegando a 194 presos cada 100 mil habitantes, la más alta de la historia penal de nuestro país

El Informe del primer semestre de 2020 señala que por la pandemia, hubo menos ingresos y más egresos de población que integraba los grupos de riesgo: “eso eliminó la sobrepoblación oficial con que funcionaba el Sistema Penitenciario Federal desde 2017, provocando que a junio de 2020 el sistema funcione con 96% de ocupación, y algunas unidades específicas persistan sobreocupadas”. Y agrega: “Esa situación no contabiliza a las Personas Privadas de Libertad (PPL) a disposición de la justicia nacional y federal, alojadas en centros de detención dependientes de otras FF.SS. como Policía de la CABA, PNA, GNA, etcétera.


PPN – torturas y malos tratos

La proporción entre personas condenadas y procesadas en las cárceles federales para fines de junio de 2020 continuaba siendo preocupante. El exceso en el uso de la prisión preventiva y la demora en la administración de justicia penal produce que el 53% de las personas se encuentren en calidad de procesadas. En el caso de quienes se encuentran alojados en el CPF CABA, la situación es aún peor: 7 de cada 10 Personas Privadas de su Libertad, no posee condena firme.


PPN – POBLACION PROCESADA Y POBLACION CONDENADA

El 23 de febrero de 2021 hubo media docena de motines simultáneos en Ecuador, con 79 internos fallecidos. Según el encargado del sistema carcelario, Edmundo Moncayo, las instalaciones están concebidas para de 29.000 personas y hay casi 39.000

El 17 de febrero hubo un motín en el penal paraguayo de Tacumbú, en Asunción, que tiene 4100 presos, con máximo hacinamiento: la capacidad real es para 2000. Hubo 7 reclusos muertos. La población penitenciaria en Paraguay pasó de 3200 a 14.000 en lo que va del siglo XXI, y se estima que el 80% ni siquiera fue llamado a declarar por un juez, según los informes del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura.


¿QUIÉN NO ESTÁ PRESO?

En el capitalismo naciente, en el capitalismo clásico, y más tarde en el capitalismo monopólico imperialista, se suponía que las personas libres se encontraban fuera de las cárceles. Sin embargo, actualmente ya no existe un afuera. Controlados por las ubicuas cámaras y pantallas, perseguidos por drones, acompañados por geo-rastreadores en los teléfonos móviles, creemos ser libres porque al parecer no hay en las inmediaciones un carcelero que nos escupa en la comida. Pero eso no es cierto: el capitalismo moribundo es un panóptico universal.

Hay algo de la cloaca carcelaria que enoja a los que pasean por las calles. Es que los muros de las prisiones se han vuelto transparentes, o son espejos. El afuera y el adentro no guarda diferencia. Y aún así, parafraseando a Galileo Galileo, la hay. Las mayorías que están afuera han consentido vivir bajo la vigilancia de miles y miles de cámaras, y guardan un patético pacto de silencio frente a la tortura que se practica rejas adentro.


Pedro Cazes Camarero – Magister en Epistemología – Investigador – Ex- director de Revista Crisis


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