LAS DAMAS DE SALA DE LOS PETROLEROS DE LA PATAGONIA

En 1981, una ordenanza de la dictadura cívico-militar en la ciudad de Comodoro Rivadavia reguló el comercio sexual.

Con una sinceridad incuestionable, definieron que una boite o cabaret es un local comercial donde la concurrencia es masculina y en donde las mujeres son intérpretes, bailarinas, o alternadoras. La whiskería se definía como algo similar pero con música funcional, y el club nocturno el comercio donde con o sin baile los varones puedan alternar con las mujeres. Pero no hablan de comercio de sexo. Tal vez por pudor.

Hablar de comercio de sexo en la Patagonia argentina (y chilena también) y de una regulación que ya lleva 35 años, es hablar del modo en que se coloniza ese territorio a través de enclaves petroleros, y con hombres solos, sin familia.

En enero 2016 existen en Comodoro Rivadavia 12 locales habilitados para el comercio sexual, y la Subsecretaría de Salud todos los viernes emite los carnets sanitarios que se utilizan para el denominado «Rubro 7”.

Recientemente, el diario El Patagónico reportaba que “según la Municipalidad en Comodoro Rivadavia hay sólo 240 damas de sala -tal como las denomina la ordenanza 920/81 que regula el funcionamiento de estos locales- trabajando con carnet sanitario habilitante.

Se presume que hay un número mucho mayor de mujeres que ejercen también el comercio sexual tanto en las calles como en «departamentos vip» que no están habilitados y que se promocionan como peluquerías, manicuras y salones de masajes, ya que hay una prohibición de publicidad que se impuso a los avisos con oferta sexual (decreto 936).

El médico Carlos Catalá, subsecretario municipal de Salud cree que más de 200 personas con carnet sanitario es un número importante porque eso implica que cada 2 meses consultan con un ginecólogo, se hacen exámenes de sangre, se pueden verificar enfermedades de transmisión sexual, se mantiene la obligatoriedad de la vacuna de la hepatitis B y detección de hepatitis C…pero es necesario que se puedan controlar más para que sea más eficiente.

En junio de 2013 el Concejo Deliberante de Comodoro impuso una mínima pero significativa reforma a la reglamentación heredada de la dictadura: ante la evidencia de la trata de personas reflejada en que hay miles de mujeres latinoamericanas trabajando en prostíbulos en toda la Patagonia, decidió que para ejercer la actividad deben ser obligatoriamente argentinas.

En la costa del Atlántico, en Caleta Olivia que tiene 65 mil habitantes, para enero de 2013 se contabilizaron 400 dominicanas ejerciendo la prostitución, según cifras de la Subsecretaría de la Mujer municipal.

El Centro de Investigación Periodística de Chile (Ciperchile) afirma que Río Turbio, ubicada en la Patagonia argentina y colindante con Puerto Natales es el paso por el que fueron ingresadas muchas dominicanas luego de haber pasado un tiempo en Buenos Aires; otras llegaron a Río Gallegos y a Río Grande, en Tierra del Fuego. Desde ahí a Punta Arenas, Puerto Natales, Chile Chico y Porvenir, destinos próximos en Chile.

Esquel y Trelew aprobaron en diciembre de 2015 la «Trata Cero» para combatir la explotación de personas, y de ahí el cierre de locales nocturnos donde haya comercio sexual.

La ex concejal y ex subsecretaria municipal de Salud, Judith Jozami, había presentado un proyecto para la regulación del sexo retribuido que incluía la creación de una «zona roja». Según Jozami, el blanqueo de la actividad permite controlar la trata de personas porque las autoridades pueden ingresar a estos lugares y los que trabajan en la parte social también. Su proyecto preveía que los propios centros de salud controlen las condiciones sanitarias de las mujeres, quienes a su vez administrarían su propia retribución para eliminar a los cafishos, los proxenetas. Incluso mencionaba la posibilidad de formar cooperativas de trabajo, y de manera paralela trabajar junto a las mujeres para ayudarlas a buscar otro camino en caso de que quisieran.

El petróleo y la prostitución. Un matrimonio -casi- perfecto.

El sitio tengolalenguaroja.blogspot.com.ar se preguntaba a fines de 2014: ¿qué ganamos las mujeres con el boom del petróleo? Y decía “ya en 2010 el Observatorio Petrolero del Sur (OPS) realizó un estudio alertando sobre esta situación alarmante para las mujeres. Mercedes Assorati, coordinadora general del programa Esclavitud Cero, denunció que el problema de la trata y la prostitución en el sur tiene una raíz histórica que nace junto con la industria petrolera: la concentración de hombres solos por tiempos prolongados en lugares donde no hay mujeres propició la existencia de prostíbulos. Un caso paradigmático es el primer prostíbulo que hubo en Plaza Huincul, que funcionó a mediados de la década del 20 bajo la tutela de YPF. Es decir que era el Estado mismo el que garantizaba que hubiera mujeres en estado de prostitución”

En su libro «Argentina Saudita» el periodista Alejandro Bianchi sostiene que la prostitución sirvió y sirve para retener a los petroleros en un lugar y un medio ambiente de trabajo muy hostil. Generalmente van hombres solos a trabajar a las zonas petroleras: necesitan las prostitutas. El otro gran vicio es el casino. ¡No tienen en qué gastar lo que ganan! Un petrolero con experiencia, dice Bianchi, sumando horas extras, puede ganar 100 mil pesos por mes, en pueblos donde además del trabajo sólo hay putas y casino.

Foto: Frederick Meza

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.